Una acción es un tipo de inversión en una empresa. Las empresas emiten acciones para recaudar fondos con los que financiar sus necesidades operativas e impulsar su crecimiento, y los inversores compran esas acciones para tener la oportunidad de generar un rendimiento de su inversión.
¿Qué es una acción?
Una acción es un tipo de valor financiero que representa la propiedad, o participación en el capital, de una fracción de una sociedad. Ese capital se establece por acción, y los propietarios suelen denominarse accionistas.
Por lo tanto, cuando compras una acción – o varias – de una empresa, estás adquiriendo un derecho proporcional sobre los activos netos y los beneficios futuros de la empresa.
Para ilustrarlo, supongamos lo siguiente:
Posees 10.000 acciones del una empresa que cotiza en bolsa, cuyo precio actual es de 80 euros por acción.
Hay un total de 1.500.000 acciones de esta empresa en circulación.
Esto significa que tu inversión vale 800.000 €, que es el resultado de multiplicas el número de acciones (10.000) x por el valor de las mismas (80 €).
¿Por qué se compran acciones?
Invertir en acciones puede ser un elemento clave de tu estrategia financiera personal. La razón principal por la que la mayoría de la gente compra acciones es generar un rendimiento de su inversión (ROI) a largo plazo que supere el de otras clases de activos destacados, como los bonos, los bienes inmuebles y las materias primas. Generalmente, esto se consigue de dos maneras.
Formas habituales de obtener rentabilidad de las acciones
- Dividendos
Los dividendos son pagos realizados por una empresa a sus accionistas. Normalmente, los pagos representan una parte de los beneficios netos del año en curso, pero a veces se pagan dividendos especiales, financiados con beneficios no distribuidos o ventas de activos. - Apreciación del precio
Es cuando el precio de una acción aumenta desde su compra. Al igual que el aumento del valor de tu vivienda o de cualquier otro activo de tu propiedad, el incremento representa una ganancia potencial que puede materializarse en el momento de la venta.
Aunque muchos inversores se benefician tanto de la alta rentabilidad por dividendo como de la revalorización de los precios, otros no. No todos los valores pagan dividendos, y muchos sufren depreciación de precios en lugar de revalorización. Por ello, los inversores prudentes evitan establecer posiciones muy concentradas en unos pocos valores. En su lugar, construyen carteras diversificadas que incluyen una variedad de empresas que abarcan diferentes industrias y regiones geográficas.
Más allá de los beneficios financieros potenciales, la mayoría de las acciones también ofrecen a los inversores derechos de voto en asuntos clave de gobernanza. Dado que sus posiciones en la propiedad son relativamente pequeñas y poco influyentes, esto no suele ser un punto de interés para los inversores particulares. Sin embargo, los inversores institucionales con participaciones significativas tienden a valorar mucho los derechos de voto.
¿Qué tipos de acciones existen?
No todas las acciones son iguales, y es importante entender sus diferencias y distinciones más importantes antes de invertir.
Acciones públicas frente a acciones privadas
Hay acciones que cotizan en bolsa y acciones privadas. Las primeras son en las que piensa la mayoría de la gente cuando oye la expresión “mercado de valores”. Los valores que cotizan en bolsa son empresas bastante conocidas cuyas acciones se negocian en bolsas muy reguladas, como la Bolsa de Madrid.
Acciones ordinarias frente a acciones preferentes
La mayoría de los inversores en renta variable poseen acciones ordinarias que cotizan en bolsa. Éstas ofrecen derechos de voto y la posibilidad de dividendos y revalorización de los precios, pero hay otro tipo de acciones preferidas por algunos inversores: las acciones preferentes.
Los accionistas preferentes rara vez tienen derecho a voto en asuntos de la empresa, pero tienen derecho a recibir el pago de dividendos antes que los accionistas ordinarios. A menudo, reciben estos pagos con una mayor rentabilidad por dividendo. Los accionistas preferentes también tienen derecho prioritario sobre los activos en caso de quiebra o liquidación.
Este posicionamiento prioritario se manifiesta a través de la compensación riesgo-rentabilidad, el principio de inversión que demuestra que un mayor nivel de rentabilidad sólo se consigue asumiendo un mayor nivel de riesgo. Aunque los accionistas ordinarios pueden tener un mayor potencial de rentabilidad que los preferentes, también se enfrentan a un mayor riesgo de perder su dinero porque se sitúan en la parte inferior de la pila de capital.
Diferentes clases de acciones
Algunas empresas emiten diferentes clases de acciones. Generalmente, esto se hace cuando la empresa desea diferenciar los derechos de voto de los accionistas y/o la oferta de dividendos entre clases.
Por ejemplo, las acciones ordinarias de Clase A de una determinada empresa pueden proporcionar un mayor poder de voto por acción que las acciones ordinarias de Clase B de la misma empresa. Por otra parte, las acciones preferentes de clase A1 de una determinada empresa pueden ofrecer una mayor rentabilidad por dividendo que las acciones preferentes de clase B1 de la misma empresa.
¿Cómo comprar y vender acciones?
Las acciones cotizadas en bolsa se crean cuando una empresa vende acciones de su negocio para recaudar fondos para sus necesidades operativas actuales y futuras. El proceso de venta, que suele denominarse emisión de acciones, otorga a los nuevos inversores una participación en la propiedad de la empresa y un derecho sobre los activos netos y los beneficios futuros.
El mercado primario
El foro de intercambios directos entre empresas emisoras e inversores se conoce como mercado primario de valores. Se diferencia del mercado secundario de valores, que es el foro donde se negocian entre inversores las acciones emitidas previamente.
En este último mercado es donde la gran mayoría de los inversores compran y venden sus acciones: a través de las bolsas públicas, como la Bolsa de Madrid. Estas plataformas bien desarrolladas ofrecen a los inversores una forma segura y muy líquida de realizar operaciones de forma instantánea, en medio de continuas fluctuaciones de precios derivadas de los cambios en la oferta y la demanda.
La ley de la oferta y la demanda establece que, para cada transacción bursátil, debe haber un comprador y un vendedor. Si hay más compradores de una acción que vendedores, el precio tenderá al alza. Por el contrario, si hay más vendedores que compradores, el precio tenderá a la baja.
El mercado secundario
Las transacciones del mercado secundario se ejecutan a través de corredores de bolsa, y una parte cada vez mayor del volumen fluye a través de empresas de corretaje online. Tradicionalmente, estos intermediarios han cobrado comisiones por el servicio de poner en contacto a compradores con vendedores. Sin embargo, la evolución de las plataformas de negociación automatizada -unida a la feroz competencia en todo el sector del corretaje- ha llevado a muchos intermediarios a reducir drásticamente o eliminar las comisiones para determinados activos, incluidas las acciones.
Esta transición refleja el paso de un modelo de negocio orientado a las transacciones a otro centrado en cultivar relaciones más profundas con los clientes. Para las empresas líderes, esto implica proporcionar una oferta de servicios más amplia y altamente integrada que incluya servicios bancarios de custodia, apoyo de asesoramiento e investigación, datos y herramientas personalizados.
¿Cuáles son las alternativas a las acciones?
Una empresa puede optar por emitir bonos, en lugar de acciones, para reunir capital. Los bonos son valores financieros que representan un préstamo hecho por un inversor, conocido como el tenedor del bono, a un prestatario. Los bonos se devuelven una vez que vencen, en un momento predeterminado, y los inversores suelen recibir pagos de intereses mientras tanto.
La emisión de bonos puede aumentar el potencial de rendimiento para los inversores, pero también incrementa las obligaciones financieras de la empresa emisora. En última instancia, esto aumenta la volatilidad asociada al flujo de caja futuro y eleva el nivel general de riesgo de la empresa.
Los inversores también deben ser conscientes de que cuanto mayor sea la duración de un bono, más sensible será su precio a los movimientos de los tipos de interés. Por lo tanto, sus pagos de intereses corren el riesgo de ser inferiores a lo previsto.
Mitigar los riesgos de invertir en acciones
Las acciones, sobre todo las ordinarias que cotizan en bolsa, son un elemento básico en casi todas las carteras de inversión. Tienen un historial de altos rendimientos, pero exponen a los inversores a muchos riesgos a corto plazo, como vimos durante la Gran Recesión y los primeros días de la pandemia COVID-19. Por esta razón, las acciones deben considerarse inversiones a largo plazo.
Además, los inversores prudentes deben esforzarse por lograr un alto grado de diversificación en sus carteras de valores. De este modo se consigue una exposición económica equilibrada, lo que se ha demostrado que refuerza el rendimiento de la inversión a largo plazo y minimiza el riesgo a la baja.
Hace años, lograr un nivel adecuado de diversificación era una tarea compleja y costosa. Hoy es un proceso sencillo y barato, gracias a la multitud de fondos indexados y fondos cotizados (ETF) de bajo coste que ofrecen exposición a diferentes sectores y regiones geográficas.
Autora
Laura Castillo
Consultora en inversiones y desarrollo de negocios